El hospital César Aguilar: una realidad muy distinta al discurso oficial

En plena época de campaña, las autoridades parecen más preocupadas por mostrar una imagen de gestión exitosa que por mejorar la calidad de vida de los cauceteros.
Mientras los funcionarios se lanzan mensajes entre sí, disputando espacios y protagonismo, el hospital sigue siendo un reflejo del abandono estructural y la falta de planificación sanitaria.

Cada anuncio, cada video, cada declaración pública se convierte en una cortina de humo para tapar una realidad que ya nadie puede negar: el sistema de salud en Caucete está en crisis.
Entre egos políticos y promesas vacías, los vecinos siguen esperando respuestas concretas. Porque los discursos se graban en campaña, pero la enfermedad y la necesidad no entienden de tiempos electorales.


Mientras el jefe de Zona Sanitaria II asegura mejoras, los cauceteros padecen la falta de especialistas, demoras interminables y atención deficiente

En los últimos días, un video del jefe de Zona Sanitaria II, doctor José Antonio Bernal, comenzó a circular en medios y redes, donde asegura que el Hospital César Aguilar de Caucete “ha mejorado notablemente su atención”. Sin embargo, la realidad que viven a diario los vecinos del departamento dista mucho de ese relato optimista.

Detrás de las declaraciones oficiales se esconde un panorama preocupante: falta de profesionales, demoras excesivas, guardias colapsadas y un sistema de turnos digital que no da abasto.
En un hospital que debería ser el centro de referencia del Este sanjuanino, los pacientes terminan haciendo largas filas desde la madrugada con la esperanza —muchas veces frustrada— de ser atendidos antes del mediodía.


Faltan médicos y sobran excusas

Hace apenas unos meses, el hospital contaba con dos diabetólogas. Hoy solo queda una, y se encuentra de licencia. En odontología, solo un dentista atiende una enorme demanda, mientras que el oculista recibe pacientes una vez por semana. Casos similares se repiten en distintas especialidades, dejando a cientos de cauceteros sin acceso regular a controles o tratamientos.

El panorama se agrava por el sistema de turnos del bot IA CIDI, una herramienta pensada para agilizar los trámites, pero que en la práctica se convirtió en un nuevo obstáculo. “El sistema se satura, los turnos se consiguen para dentro de un mes, y cuando llega el día, el médico no está”, cuentan los pacientes. Así, los vecinos pierden tiempo, dinero en el transporte y, en muchos casos, la posibilidad de un diagnóstico temprano.


Guardias saturadas y pacientes derivados

En la guardia del hospital, la situación no es mejor. Dos o tres médicos deben atender simultáneamente las diversas emergencias, sin los recursos humanos ni logísticos necesarios para responder a la demanda. “No está preparada para una urgencia seria”, coinciden varios testimonios de vecinos que asisten habitualmente al nosocomio.

En muchos casos, las emergencias terminan siendo derivadas al Hospital Rawson, en la capital, debido a la incapacidad del hospital de tratar cuadros complejos o críticos. Son los propios pacientes quienes lo confirman: “Cuando llegás con algo más grave, te dicen que acá no pueden hacer nada y te mandan a San Juan”, relatan los cauceteros, cansados de un sistema que los deja siempre a mitad de camino.

Incluso en áreas sensibles como el control de embarazadas, se repite la misma escena: largas esperas, falta de seguimiento y médicos que se retiran antes de horario. En muchos casos, las futuras mamás deben volver al día siguiente o buscar atención privada, algo imposible para quienes dependen del sistema público.


Equipamiento nuevo, personal agotado

Desde el Gobierno provincial se insiste en la idea de una “inversión importante” en equipamiento para el hospital. Pero los propios trabajadores señalan que la infraestructura sin personal suficiente no soluciona los problemas de fondo.
“Podrán traer nuevos aparatos, pero si no hay médicos para atender, de poco sirve”, expresó una mujer que se fue disconforme del nosocomio.


Entre el discurso y la realidad

El contraste entre las palabras del doctor Bernal y el día a día de los cauceteros deja en evidencia una desconexión preocupante entre las autoridades sanitarias y la comunidad.
Mientras se habla de avances y modernización, los pacientes siguen madrugando, esperando horas y volviendo a sus casas sin ser atendidos.

La salud pública en Caucete no necesita más discursos ni videos institucionales, sino presencia, médicos y empatía.
Porque detrás de cada número, cada turno perdido y cada espera interminable, hay personas que siguen esperando que el hospital de su ciudad funcione como debería.

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