La vida de Luana, agente de la Comisaría 36°, cambió para siempre hace casi diez años, cuando un incendio en su casa de Villa Carolina se cobró la vida de su hijo de 8 meses. Esa pérdida la llevó a replantearse todo: atravesó una depresión profunda, abandonó su hogar y, contra todo pronóstico, decidió estudiar para ingresar a la Policía de San Juan.
Hoy, esa decisión volvió a demostrar su valor. En la madrugada del 14 de agosto, Luana salvó la vida de un bebé de apenas un mes, que había llegado a la comisaría en brazos de su padre, ahogado con leche materna. «Lo puse sobre mis piernas y le hice RCP. Cuando empezó a respirar sentí un alivio inmenso. Como mamá, es impresionante lo que se siente», relató emocionada.
La tragedia de 2016 la marcó a fuego. Su casa quedó destruida y la familia lo perdió todo. «Me dijeron que no iba a poder, que era muy difícil entrar a la policía siendo mujer y madre, pero quise intentarlo. Si no lo hacía, no perdía nada», recordó. Tras años de esfuerzo, superando carencias económicas y criando a sus hijos sola, Luana logró recibirse de agente policial.
Hoy vive en el barrio Güemes con sus hijos mayores y asegura que cada servicio refuerza su vocación:
«Todos tenemos un angelito. Yo siento que el mío me ilumina cada vez que actúo. La policía me da la oportunidad de servir, y eso me mantiene en pie», afirma con orgullo.
El bebé Dante se encuentra fuera de peligro gracias a su rápida intervención, y la historia de Luana se convirtió en un ejemplo de resiliencia, valentía y amor por la vida.
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